Esta operación, que se extenderá hasta junio de 2025, es posible gracias a la asignación de 222.064 francos suizos (1.035 millones de pesos) del fondo de emergencia para la respuesta a desastres de la Federación Internacional de Sociedades de la Cruz Roja y la Media Luna Roja (IFRC-DREF) por sus siglas en inglés.
Desde febrero pasado, la crisis humanitaria que tiene lugar en estas zonas del país ha dejado más de 83.000 personas afectadas. Allí, la población desplazada y confinada ha perdido sus hogares y se ha visto obligada a vivir en condiciones precarias, ya sea en albergues improvisados o en asentamientos informales sin acceso a servicios básicos.
La Cruz Roja Colombiana ha prestado ayuda humanitaria desde el minuto uno, entregando kits de emergencia y medicamentos, movilizando una unidad sanitaria móvil, habilitando espacios seguros para niñas y niños y desplegando equipos especializados de apoyo psicosocial y salud mental y protección.
Mediante el fondo IFRC-DREF, la Cruz Roja Colombiana ampliará su respuesta inicial en los municipios de Cúcuta, Ocaña, Tibú y Abrego, en el Norte de Santander; en Quibdó e Istmina, en Chocó; y en Popayán, Argelia, Cajibío y Balboa en el departamento de Cauca.
La asistencia se centrará en familias con niños y niñas menores de 5 años, con mujeres embarazadas o lactantes, con adultos mayores dependientes, personas con discapacidad, o con enfermedades crónicas o degenerativas que les impidan trabajar. También, en familias cuya protección se vea amenazada por el conflicto o la violencia.
“Concretamente, los servicios que brindaremos desde las la Cruz Roja Colombiana incluirán la prestación de primeros auxilios, la atención psicológica de emergencia, la entrega de kits de alimentos, implementos de cocina y artículos esenciales de higiene, y la diseminación de información clave para reducir los riesgos asociados a la existencia y uso de armas en el territorio”, indica la Dra. Judith Carvajal de Álvarez, Presidente Nacional de la Cruz Roja Colombiana.
Sobre el IFRC-DREF. El IFRC-DREF es la forma más rápida, eficiente y transparente de hacer llegar fondos directamente a los actores humanitarios locales, tanto antes como inmediatamente después de que estalle una crisis. Se trata de uno de los fondos humanitarios más antiguos del mundo y fue utilizado por primera vez en respuesta a unas inundaciones en Colombia, en 1979. Más de 45 años después, es un modelo de respuesta a pequeños y medianos desastres y de apoyo a la acción anticipatoria.