En menos de cinco días se han registrado dos robos a embarcaciones que transportan alimentos y productos hacia comunidades del litoral chocoano.
En menos de una semana, dos embarcaciones que salieron desde Buenaventura con destino al departamento del Chocó fueron víctimas de robo en altamar.
El más reciente caso ocurrió en la ruta entre La Bocana y Magüipí, donde hombres armados interceptaron a los tripulantes y los obligaron a ingresar a un estero.
De acuerdo con Jairo Valoy, propietario de una de las embarcaciones afectadas, los atacantes los intimidaron con armas cortas y los mantuvieron retenidos durante varias horas.
“Nos entraron a un estero, nos saltaron a la playa y empezaron a descargar el bote. Me pidieron 20 millones y nos tuvieron casi todo el día allá encerrados”, relató Valoy.
Pérdidas y consecuencias
Entre la carga hurtada se encontraban electrodomésticos, celulares, víveres y mercancía variada, productos esenciales que tenían como destino diferentes comunidades del Chocó.
Estos robos afectan directamente el abastecimiento de las familias que dependen de estos envíos para su alimentación y supervivencia.
“Si no llegan los botes, la gente se queda sin comida. No hay tiendas grandes ni otros medios de transporte, y por eso el daño es doble”, explicó otro transportador de la zona.
Silencio institucional
Los afectados aseguran que la Armada Nacional fue notificada del ataque, pero que no se presentó en el sitio.
“Siempre dicen que ya van, que nos están vigilando, pero nunca llegan”, manifestó Valoy, con evidente molestia.
Esta situación ha incrementado el temor entre los boteros, quienes sienten que están a merced de los delincuentes en alta mar. Algunos incluso han considerado suspender los viajes, lo que dejaría a varias comunidades sin alimentos, medicinas ni productos básicos.
Llamado urgente
Los transportadores marítimos hacen un llamado a las autoridades para que refuercen la seguridad en las rutas hacia el Chocó, una zona que, según ellos, “se ha vuelto tierra de nadie”.
Advierten que, de continuar los ataques, las comunidades ribereñas tendrían que enfrentar desabastecimiento y hambre.
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