Las deudas de las familias que tienen a sus seres queridos en el campo santo van desde los $ 60 mil pesos a los $ 20 millones.
Lo que para unos es tradición, para otros se ha vuelto costumbre que son dos cosas muy diferentes, en Quibdó, tradición es acompañar masivamente a los amigos y familiares a su última morada en sepelios que aun recorren las calles con sus participantes a pie, escoltando el féretro de esa persona que significo mucho en vida para sus acompañantes.
Otra cosa muy diferente es que familias chocoanas y Quibdoseñas en particular, han tomado la costumbre de no pagar por tener un espacio desde hace muchos años en el cementerio para poder depositar los cuerpos de sus seres queridos y de esa manera cumplir con la obligación de darles cristiana sepultura.
El cementerio San José de la capital chocoana tiene hasta el día de hoy un total aproximado de 7 mil bóvedas, de las cuales 4 mil son propiedad de particulares y las tres mil restantes pertenecen a la parroquia quien es la administradora del lugar.
Choco 7 días pudo conocer que, de las cuatro mil, por lo menos el 60% no han cancelado el valor que se cobra por tener derecho a un espacio en el campo santo, esto quiere decir que la gran mayoría de los usuarios en este caso los muertos y sus familiares “no pagan el impuesto predial” y que en los casos más graves las cifras pueden llegar a los 20 años de no pago y las facturas rondan hasta los 20 millones y más.
La investigación se deriva de varias denuncias recibidas por personas que normalmente llegan al cementerio cada ocho días a llevar flores a sus seres queridos y a orar por sus almas, pero que en medio de esta actividad han sido víctimas de atracos y hasta el momento no ven solución a esta problemática.
San José, es un lugar administrado por la parroquia de la catedral San Francisco de Asís, que en un principio fue manejado por la administración municipal y posteriormente este manejo fue cedido a los religiosos.
La parroquia gasta los recursos de quienes pagan puntualmente la deuda, en el sostenimiento del cementerio y también en habilitar nuevos espacios para poder albergar a más personas, pero esta situación ha derivado en que no se cuentan con los recursos para contratar un servicio de vigilancia privada para el recinto.
Unas de las situaciones que mantienen ilíquido al cementerio es la construcción de un pabellón con capacidad para 268 personas, que fue destinado para los fallecidos por el COVID-19 y que según fuentes consultadas la actual administración se comprometió en entregar esos recursos o parte de ellos, pero al momento la deuda la tienen los curas porque la administración municipal nunca apareció.
El cementerio ya no tiene más terreno para expandir sus servicios y en pocos años, aproximadamente 5 quedaría completamente copado, por esta razón hoy más que nunca se ven personas adquiriendo bóvedas que llegan a un valor de $ 4.500.00, para poder tener un lugar en esta propiedad horizontal, en donde también se entregan escrituras como en cualquier negocio de propiedad raíz.
Hoy el campo santo, es escenario de enfrentamientos armados, de inseguridad, de celebraciones religiosas y de profanamiento de tumbas de dónde sacan restos humanos para realizar ritos satánicos, y donde no existe vigilancia para que los vivos no se mueran de miedo y los muertos puedan descansar en paz.
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