El director territorial de la Unidad de Víctimas para ese departamento dice que la reparación a comunidades étnicas y la implementación del Acuerdo de Paz son inviables en este territorio, entre otras razones por la ausencia de representantes del Ministerio del Interior en esa región del país.
Apenas se posesionó como director regional de la Unidad para las Víctimas en Chocó, el excomisionado de la Verdad Leyner Palacios se enfrentó con varias paradojas. La primera, que fue el encargado de implementar los planes de reparación de la comunidad de Bojayá, tras la masacre del 2 de mayo de 2002, donde justamente él perdió a 28 familiares.
La segunda, que su intención de acelerar la reparación a las víctimas que ha dejado el conflicto en las últimas dos décadas y el retorno de cientos de personas afros e indígenas que han sido desplazadas se han estrellado con la peor coyuntura por el desfinanciamiento de la entidad y un agravamiento de la situación humanitaria en su departamento por la expansión del Clan del Golfo y sus enfrentamientos con el ELN.
Pensaba que la huella del conflicto no estaba tan profunda, pero aquí se justifica una extorsión como medio válido para sobrevivir, y eso es inaceptable. Otro choque ha sido encontrarme con una entidad muy centralizada, donde los procedimientos son bastante complejos de agilizar. Ante un panorama tan difícil, hay muchas limitaciones y dificultades para operar. Eso es desesperante.
Fue una buena oportunidad haber llegado aquí, pero me siento muy angustiado porque la expectativa de la sociedad es muy grande, muy alta. Aquí hay muchos desafíos que quizá la fuerza y la voluntad de uno no son suficientes para superarlos.
Se le escucha muy frustrado…
Ha sido muy frustrante no poder a estar a la altura para avanzar, por ejemplo, en el mejoramiento del centro regional, que es el edificio más feo de la ciudad y se necesita adecuarlo porque no hay condiciones de dignidad para las víctimas.
A uno le duelen mucho esas cosas, pero bueno, en medio de todo también hay cosas gratificantes. Se han implementado algunos proyectos productivos, como el de gallinas ponedoras con las mujeres de la zona norte de Quibdó; protocolizamos dos planes de reparación colectiva para Acadesan (Consejo Comunitario General del San Juan) y los 19 consejos comunitarios de Bojayá. También un plan de reparación con la comunidad indígena de Guaduadito, del litoral del San Juan. Por primera vez en la historia de nuestro departamento se firma un acuerdo en clave de reparación colectiva con el pueblo wuaunán.
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